
¿Por qué viajar?
English version.
Llevo varios días con la cabeza hecha pelotas. Con este tema en mente sin poder bajarlo a palabras que no parezcan un mal viaje, para que hoy con mi hermana, quien ha vivido experiencias muy parecidas a mis últimos dos meses de viaje en la Patagonia, tras ver el par de miles de fotos del viaje, saquemos este texto:
Dicen los grandes viajeros que el destino final es siempre sólo una excusa, que lo más importante es el viaje en sí. Recorrer kilómetros y kilómetros de caminos a veces sólo supuestos, aventurarse por lugares desconocidos y retar a la naturaleza que más de una vez trata de hacernos desistir. Pero eso es sólo una parte del viaje, es la parte de la emoción, del reto que se nos ofrece y que orgullosos tomamos.
¿Con qué fin? Nos han preguntado más de una vez y la sonrisa se dibuja inmediata en nuestros rostros. ¿Para qué viajar? Y es cuando recordamos aquellas puestas de sol sobre glaciares, sobre mares helados, sobre montañas nevadas, sobre campos de trigo que terminan más allá del horizonte, cuando recordamos la sonrisa sincera de amigos que nunca más veremos, quienes en un fugaz encuentro nos dieron lo mejor de sí. Cuando recordamos aquellas mil y una noches alrededor de una fogata escuchando las más grandes aventuras o contándole a un público expectante, nuestra historia.
No, no existe una razón para viajar, existen millones, una por cada lugar, por cada persona, por cada paisaje, por cada nuevo desafío, por cada amigo que puso un poco más de alimento en nuestro camino, animándonos a seguir para que sus anhelos de viajeros imaginarios vayan con nosotros.
Los viajes nos regalan no sólo una aventura, nos regalan experiencia de vida.
Llevo varios días con la cabeza hecha pelotas. Con este tema en mente sin poder bajarlo a palabras que no parezcan un mal viaje, para que hoy con mi hermana, quien ha vivido experiencias muy parecidas a mis últimos dos meses de viaje en la Patagonia, tras ver el par de miles de fotos del viaje, saquemos este texto:

Dicen los grandes viajeros que el destino final es siempre sólo una excusa, que lo más importante es el viaje en sí. Recorrer kilómetros y kilómetros de caminos a veces sólo supuestos, aventurarse por lugares desconocidos y retar a la naturaleza que más de una vez trata de hacernos desistir. Pero eso es sólo una parte del viaje, es la parte de la emoción, del reto que se nos ofrece y que orgullosos tomamos.
¿Con qué fin? Nos han preguntado más de una vez y la sonrisa se dibuja inmediata en nuestros rostros. ¿Para qué viajar? Y es cuando recordamos aquellas puestas de sol sobre glaciares, sobre mares helados, sobre montañas nevadas, sobre campos de trigo que terminan más allá del horizonte, cuando recordamos la sonrisa sincera de amigos que nunca más veremos, quienes en un fugaz encuentro nos dieron lo mejor de sí. Cuando recordamos aquellas mil y una noches alrededor de una fogata escuchando las más grandes aventuras o contándole a un público expectante, nuestra historia.
No, no existe una razón para viajar, existen millones, una por cada lugar, por cada persona, por cada paisaje, por cada nuevo desafío, por cada amigo que puso un poco más de alimento en nuestro camino, animándonos a seguir para que sus anhelos de viajeros imaginarios vayan con nosotros.
Los viajes nos regalan no sólo una aventura, nos regalan experiencia de vida.