
Un día de safari con Natural Selection
Un día de safari es un día largo; empieza una hora antes del amanecer y termina bien entrada la noche. Pero entre el café de la mañana y la fogata bajo el cielo estrellado, hay un sinfín de posibles experiencias en la sabana africana.
El encuentro con la naturaleza empieza aún antes de salir del campamento; por la vereda que lleva de la tienda que me hospeda hasta la tienda principal para reunirme con los demás participantes del safari, estalla en un concierto de aves y anfibios despertando.

Tras un desayuno ligero, todavía es el crepúsculo cuando la camioneta sale hacia lo que el día proponga. Puede ser a rastrear al león cuyo rugido se escuchaba a sólo unos kilómetros al oeste, buscar a la manada de elefantes que lleva varios días por la zona, navegar varios kilómetros en lancha o mokoro (una especie de canoa) entre los canales del Okavango para encontrar el pozo de hipopótamos a la mitad de la nada —imposible de llegar a pie o en coche—, seguir alguna manada de ñus y cebras en la planicie del parque natural.







Una vez con el sol sobre el horizonte, la temperatura empieza a subir rápidamente —varios días registramos arriba de 40ºC—, es momento de regresar al campamento. El almuerzo es generoso y sorprendentemente bueno; no es común encontrar unos calamares al azafrán magistralmente preparados y servidos en la mitad nada.
Durante las horas entre el almuerzo y el atardecer el calor hace que virtualmente todos los animales de la sabana descansen bajo la primera sombra que encuentren, y eso mismo hacemos nosotros. Un par de horas antes de volver a salir se vuelven el momento para compartir las experiencias de la mañana o planear las de la tarde alrededor de un juego de billar, un té o en la alberca del campamento. O bien, imitar puntualmente a los grandes felinos de la zona y dormir una merecida siesta.



Muchísimas veces escuché que la puesta de sol en África era algo único pero jamás dimensioné lo que en realidad era hasta que lo vi con mis propios ojos sobre los salares de Botswana. El sol cobra una dimensión y profundidad que muy pocas veces en la vida había visto para contrastarse con las palmeras que rodean el salar y quedarse así tatuado en mi memoria para siempre.

Puede ser que lo más visible sea la cuidada logística de los campamentos y las actividades alrededor de éstos, pero son los detalles tan finos, tan a tiempo, tan a la mano los que terminan de sellar la perfecta ejecución de la promesa que Natural Selection le hace a sus huéspedes.

Tras la cena, llega el fuego. ¿Qué mejor manera hay de cerrar un día de safari que alrededor de una fogata? Alrededor del fuego –y posiblemente bajo un cielo estrellado– habrán viajeros que apenas llegan al campamento, algunos otros celebran su última noche con un gin & tonic en la mano; la conversación sucede en todos los idiomas pero se reduce a una sensación que traspasa cualquier lenguaje, al final de cada día sólo queda un profundo asombro.
Esto es África.

